11.7.16

Obama ha venido a España a mear y tomarse una cena. ¡Rápido, rápido!

El señor Obama ha estado 21 horas en España. En la España física, pues en realidad en la España política y social ha estado sólo 11 horas. Las otras 10 las ha pasado en Rota que nos guste poco o nada de nada, es territorio americano. Yo hace muchos años ya, sobre 45 años y parece que fue ayer, estuve de visita en la Base Americana de Zaragoza. Aquello era Aragón, era Zaragoza, pero era mentira. Eran los EEUU. Estuvieron en Zaragoza 39 años, desde el año 1953 a 1992. Y en estos momentos y por acuerdo mutuo, aunque casi sin avisar, pueden volver en cuanto quieran a Zaragoza, por diversos motivos de seguridad. Es pues un abandono relativo.

Estuve pues casi en una visita festiva y sin duda disfrazada, y pude observar que aquello era un hueco en el espacio tiempo, en el mundo de las sensaciones, y más en aquellos años de una España con dictador. Las tiendas eran americanas y con productos americanos, incluida la televisión enorme en sus tiendas y bares. Se pagaba en dólares, se viajaba en unos autobuses americanos azules como en las películas, todas las calles eran y parecían de película, el enorme cine era gratuito, los semáforos eran diferentes y los puestos callejeros de salchichas eran como en las mejores películas de malos.

Era viajar a los EEUU sin salir de tu barrio. Sólo se hablaba americano aunque entendían el castellano, los colores eran diferentes y la amabilidad en aquellos fines de semana de amistad eran obligados para que los visitantes nos quedáramos con la boca abierta.

Ahora ya no nos quedamos con la boca abierta ni con los americanos ni con Obama. Así que un poquito más de atención con nosotros no hubiera estado nada mal. Y que Rajoy le haya intentado recordar que somos mucho más que un espacio para tener Bases, y que la cultura, la economía o el turismo en ESpaña es un gran activo, es uno de sus mayores aciertos en estos meses. Si tenemos que ser amigos de los americanos por devoción o por obligación, no estaría de más que ellos también por los mismos motivos tuvieran la dignidad de ser amigos nuestros. No “los amos” sino unos amiguetes pequeñitos a los que se les visita con más utilidad.