2.7.16

Empobrecimiento de la clase trabajadora y del valor del trabajo

Aunque esa frase suena ya a tópico es real como la vida misma. Supermercados dónde sistemas automáticos de pago evitan pasar por cajas, sin una empleada que te cobre, y de esa forma varios puestos de trabajo se pierden.  Gasolineras donde antes sin salir del coche un amable empleado te llenaba el depósito e incluso te limpiaban los cristales: esa labor ya no se hace. Te tienes que servir, eso sí con la estimable ayuda de una voz que te lo va diciendo, en algunas comunidades en su lengua vernácula y te dice cómo hacerlo, si la entiendes bien y si no te buscas la vida, dentro solo un trabajador para vender y cobrar en la tienda de objetos. 

SHIT = MIERDA
A quien no le gusta entrar en un restaurante, por humilde que sea, sentarnos, ser atendidos y servidos sin moverte de tu silla. Ahora frecuentamos populares hamburgueserías para hacer una larga cola, miras lo que deseas hasta que te atienden y lo pides en inglés, te sirven una especie de pollo frito en platos y vasos de cartón, y una vez finalizado tu mismo depositar los restos en un alojamiento, simplificando cocineros y servicio.

Lo de una famosa marca sueca clama al cielo. No me meto en la calidad de sus muebles, pero te has de buscar la vida. Recorriendo paso obligado toda su instalación, visualizas el código de lo que deseas, una vez apuntado, eso si tienes lápices a mano, tienes que ir al almacén y una vez encontrado debes cargar con la compra para luego ir a pagar, y si pasas para hacerlo por la caja automática ¡premio!, habrás  conseguido desde que se entra hasta que sales con la mercancía no cruzarte con ningún empleado.

En fin, ejemplo hay para dar y tomar. Multinacionales que no les basta crear filiales en refugios fiscales para mayor beneficio. Mientras aquí, reducir al máximo puestos de trabajo es su obsesión, y los que se crean siempre con sueldos miserables. Cada vez que sube un punto la Bolsa, su alegría contrasta con mi duda, ¿y si ese punto que sube sale de mi bolsillo?

Daniel Gallardo Marin