16.5.16

Numancia Zaragoza: Cero en deporte. Mucho en "otras cosas"

No parece que fuera suficiente la fuerza del mayor desplazamiento de una afición de fútbol en la historia de la Segunda División para  lograr una victoria que nos hubiera dejado más cerca de ese ansiado ascenso directo con el que salir, de una vez, de esta pesadilla que dura ya tres años.


Y eso que la tarde lo tenía todo para que los tres puntos que estaban en juego entre el Numancia y el Zaragoza se fueran para nuestro equipo. Las más de seis mil personas que (casi) invadimos Soria, tejimos en sus calles una bandera blanquiazul desde primera hora. Cánticos sin parar y un buenísimo ambiente caldearon la jornada para luego dar alas a  nuestros jugadores y que estos respondieran en el campo.

Pero esa comunión la truncó el personaje López Amaya, un árbitro, chulesco e incapaz  de ver más allá de su ego, rompiendo un partido encarrilado por el Zaragoza. Ya llevábamos las sospechas en la nariz al conocer los antecedentes de este colegiado, dos expulsiones y dos penaltis en contra en sus cuatro partidos que ha pitado al Real Zaragoza ratificaría nuestros temores.

Tampoco queda atrás en esa incompetencia, el propio Comité de Árbitros presidido por  el eterno Sánchez Arminio,  al mandar ese personaje para un partido de esa trascendencia y con sus antecedentes contra el Zaragoza. Tan claro fue su “trabajo” que el mismo Christian Lapetra, presidente zaragocista, dejó a un lado su crispante moderación para denunciar, al fin, el trato arbitral en estos últimos años. 

Cuesta entender esa fobia y el poco respeto de la Federación de Fútbol y cuerpo arbitral hacia el equipo con mayor historia en esta cutre Segunda División y de gran parte de la Primera.  Así que solo puedo achacar a esta clara animadversión, el lastre dejado por el anterior presidente zaragocista y el no apoyar al inamovible Villar. Parece que nos lo están cobrando.

Pero no quiero olvidarme de las ¿hermanadas aficiones? cuando nos afrentamos en los Pajaritos. Muy hermanos para sonreír cuando 6.000 zaragozanos llenan el campo a 35 euros la entrada más barata y hacen caja los bares, comercios y restaurantes. La sonrisa se heló  durante el encuentro al sacar el Numancia una agresividad impropia. Esa hermandad se transformó en gritos y gestos despectivos hacia una afición zaragocista que había tenido un comportamiento ejemplar y que les había levantado la economía en ese día. Como bien dijo nuestro entrenador “…de haberlo hecho así toda la temporada, ellos estarían los primeros.”. Sí, somos hermanos,  pero no primos.

Daniel Gallardo Marin