28.9.15

Destino Coney Island…; destino Santa Isabel en Zaragoza

Vivir en la Margen Izquierda de Zaragoza ha supuesto para mí vivir en espacios abiertos de forma semejante a los de mi pueblo de origen. Vivir sin agobios ni mucho ruido, cruzar a Zaragoza ó visitar la avenida de Madrid como los nudos de comunicación que crean las estaciones de metro en Tokio. Viajar dentro de la ciudad hacia un hormiguero y pensar en la rebelión de las masas.

Sin embargo, vivir cerca del Ebro y del Gállego hace que en Berlín, en París o en Oporto te dirijas sin saber porqué a las orillas de sus ríos. Que disfrutes especialmente de los mercados, museos y arquitectura que en ellos –y por fin en Zaragoza- los amueblan.

Así como los vecinos de Torrero sentirán especial querencia y nostalgia cuando visiten Candem, Venecia ó Ámsterdam. Esa sensibilidad se desarrolló de modo muy fuerte por mí, creando una pasión –objeto de esta serie de reflexiones- por los puentes de estructura metálica.

No tanto debida al Puente de Hierro sino relacionada con el Puente de Santa Isabel que llevaba a mi padre y sus compañeros a Malpica y que nos llevaba a los dos a la torre de un compañero de trabajo que nos permitía cultivar su huerto en Movera, haciéndonos volver a nuestro mundo los domingos por la mañana.

Cuando las circunstancias me han permitido viajar, he sentido junto con la vibración del Puente Eiffel de Oporto, y el asombro por cruzar los puentes de Brooklyn nevando y el de Queensboro con cierzo a 10 bajo cero, una indecible nostalgia, un deseo irreprimible de haberlo cruzado con mi padre y no en otra compañía. La asambleya celebrada en Santa Isabel-Brooklyn la semana pasada y su pequeño casco viejo arracimado en la carretera de Barcelona, su ambiente brookliniano, me han sugerido este pequeño recordatorio.

Por muchas veces que haya cruzado el puente de Santa Isabel andando, y lo hago al menos dos veces al año, o atravesado el Puente de la Peña cada vez que subo a mi pueblo, dejo de sentir mi pasado como parte maravillosa de mi presente. Dedico esta reflexión a mis convecinos de Berdún y Jacetania que emigraron como mi abuelo a California y se establecieron bajo el puente del Golden Gate.

Luis Iribarren, 28.09.