22.12.14

Políticas municipalistas en los diseños de las ciudades (01)

La obligación del político municipalista que se precie es la de diseñar constantemente la ciudad del futuro que le ha tocado gestionar. Muchas veces el político solo se dedica a resolver los problemas puntuales, los urgentes, incluso a veces los importantes. Pero para eso no es necesario tener políticos, sirven los gestores, los gerentes, incluso los técnicos. Un político es el que prevé y edifica, el que cree y diseña.

Cuando hablamos de Zaragoza sabemos que junto a sus muchos problemas, mejor o peor resueltos, siempre hay una opinión mayoritaria que flota por encima de nuestras cabezas, pues los ciudadanos nos los recuerdan muchas veces incluso sin decirlas con claridad. Queremos una ciudad mejor. Y eso es una opción de futuro.

Pero es que todas las decisiones que se toman en la gestión de una ciudad también deben ser tomadas pensadas en el futuro. Mal haríamos si solo nos dedicáramos a poner tiritas para que no sangrara el problema. Hay que plantearse una mirada a larga plazo cuando decidimos tomar una u otra decisión, sea modificar un línea de transporte público, la creación de un barrio nuevo o el cambio en el diseño de una plaza o la peatonalización de una calle.

Las ciudades son el primer contacto que el ciudadano tiene con el político y la política. Tan cercano es, que la inmensa mayoría de las veces ni se da cuenta de ello. Pero además la ciudad es el motor principal de riqueza, de innovación, de problemas, de malos usos ambientales. Hay ciudades humanas, otras netamente industriales o claramente comerciales, verdes o negras, muy vivas o muertas, las hay turísticas que buscan solo la comodidad del visitante o las hay netamente culturales o universitarias, por poner algunos ejemplos.

Toda ciudad debe planificar sus recursos con arreglo a sus necesidades básicas que casi siempre suelen ser los mismos. Buen transporte, educación, sanidad, servicios sociales, panificación del crecimiento, energía y medio ambiente, zonas verdes y ríos, cultura, etc. La diferencia estriba más en el orden de los factores y en la osadía para lograr ingresos que cuadren con los gastos. Saber lograr una proporcionalidad y reparto de ingresos y gastos entre todos los estamentos sociales de la ciudad.

Hoy en día todas las grandes ciudades intentan crecer en amabilidad urbana, en más pero sobre todo en mejores zonas verdes, en la disminución del uso del coche privado, en disminuir la velocidad mental de sus habitantes para que disfruten más del paseo o del tiempo callejero, en convertir a las ciudades en atractivas, en activas, en agradables para estar.

Hay que pintar las ciudades de verde, pero no a costa de crear más zonas verdes si luego no se pueden mantener, sino de darle sentido al “verde”. No sirve de nada una gran explanada verde si dentro no hay más que perros corriendo. El verde debe tener relieves, zonas diferenciadas, cuidados de limpieza y reposición, zonas de descanso con arreglo al tiempo atmosférico. Las zonas verdes deben tener servicios básicos, recuperar para algunas de ellas los pequeños quioscos de bar con prensa prestada y cuentos, aunque sean servicios de barrio sin rentabilidad económica que haya que subvencionar como se hace en otros muchos servicios municipales.

Zaragoza debe retomar con suma seriedad el replanteamiento de sus redes de transporte urbano que tantas quejas produce en sus habitantes. Hay que rediseñar y optimizar, hay que cuidar el servicio abaratándolo de coste para que nunca nadie opte por las subidas desaforadas de precio o con la congelación de sus calidades de servicio. O explicar muy bien las diferencias entre ingresos y gastos y consolidar la subvención pública. Hay que dulcificar el transporte del interior de la ciudad y de ciertas zonas de los grandes barrios para que sepamos diferenciar con claridad las zonas de paseo y comercio de las zonas de tráfico. Hay que pacificar los barrios y dotarlos de pequeños servicios de ocio y cultura.

El crecimiento del uso de la bicicleta en Zaragoza ha sido espectacular, y hay que seguir apoyando estas transformaciones, pero desde el respeto mutuo entre todas las partes. Peatones, bicicletas y coches en este orden. Ampliar la red de carriles bici, optimizar su acceso a zonas peatonales que así sea posible y modificación de semáforos para darles prioridad en donde sea posible. En algunas ciudades europeas se ajustan las frecuencias de los semáforos en las grandes vías urbanas a 20 km hora que es la velocidad media de una bicicleta para que los coches no vayan a más velocidad y las bicicletas se encuentren siempre los semáforos en verde.

Seguiré dando pinceladas urbanas, sobre distintos asuntos, en posteriores entradas para no cansar.