18.11.14

Un responsable del IAACC Pablo Serrano de Zaragoza hoy no tenía sensibilidad humana

El IAACC Pablo Serrano de Zaragoza tiene montada una exposición del fotógrafo Gervasio Sánchez que no deberíamos perdernos ningún zaragozano que creyéramos en la Paz. Es decir todos ¿no?

No es lógico explicar aquí quien es Gervasio Sánchez, reconocido en todo el mundo y zaragozano de adopción laboral y vital. Un tipo que se ha jugado la vida para enseñarnos el valor de esta, cuando los seres humanos nos convertimos en fieras con gorro y armas. Sin duda, una exposición MUY recomendada para ver y para leer.

Pero en la visita de hoy me ha sucedido algo realmente absurdo. He tenido la enorme suerte de encontrarme en la entrada a Gervasio que esperaba a unos jóvenes del Instituto Público Goya, a los que les iba a enseñar la exposición, explicándoles los contenidos y los por qué.

Escuchando su explicación sobre las guerras en Europa durante las últimas décadas, en su visión de la caída del Muro de Berlín que no nos ha traído la paz pues en la Europa posterior han sucedido hasta 7 guerras diferentes, se me ha acercado un responsable del Museo. Levemente me ha dicho que no podía estar escuchando aquello. Una bonita forma de dar sentido cultural a un edificio que en ese momento tenía excepto a los alumnos a tres personas viendo la exposición, de ellas dos éramos nosotros. Pero es lo lógico en el uso de la cultura pública, no sabemos bien por qué motivos. ¿O si?

Joder. En serio. Es el siglo XXI. En un Museo que depende del Gobierno de Aragón, es decir público; en una gran sala abierta donde estaba la exposición, luego en un receptáculo público. Dirigiendo unas palabras en voz alta una eminencia sobre la violencia humana a unos 20 alumnos de un instituto público de Zaragoza. Y yo no llevaba ni un par de minutos puesto que —iba acompañado— me debía a mi acompañante que no se había acercado, y a ver la exposición a nuestro ritmo que era mucho más rápido que el de Gervasio Sánchéz.


Como es lógico mi respuesta ha sido respetuosa pero ha solicitado al responsable un aparte para aclarar la situación. No entiendo que me tenga que sentir yo un ladrón de palabras, de explicaciones, y en un lugar público; que se me prohíba estar en un lugar determinado de una gran sala por si escucho y me llevo las palabras del protagonista de la exposición (sin contar a las víctimas). No me he puesto entre los alumnos sino separado y junto a un posiblemente profesor. Pero no se me dejaba escuchar. Aquellas palabras eras privadas. Joder. Como es lógico sé que Gervasio Sánchez nunca hubiera consentido que sus palabras sobre la violencia y la guerra no se dejaran escuchar en una exposición sobre la violencia y la guerra. Y me he ido pues no me apetecía robar palabras. No me apetecía hoy, me han pillado en un buen día.

He solicita que el responsable de dar la orden de prohibirme escuchar me diera explicaciones y la persona que me las ha trasmitido se ha ido a cumplir son su deber de solicitarlo. Como es lógico también, esa persona responsable nunca ha tenido las narices de dármelas a mi. Para eso ya tiene a sus subordinados. Era lo esperado tras conocer su sensibilidad.

Esto es Zaragoza hoy, esto es lo sucedido en una exposición sobre la violencia. En una exposición donde queda claro que cualquier tonto con gorra y látigo es capaz de castigar vilmente a otro semejante pues el sentido común y el pensar con lógica no es lo habitual entre humanos que quedan aprisionados por el poder del cargo. La exposición una triste maravilla.

Nota.: El propio Museo ha recibido por email esta entrada por si desea realizar alguna rectificación. No me sirve que se me diga que era un acto privado, pues no es cierto, aunque haya mediado una relación contractual en el mismo, entre los organizadores. Sentirnos los visitantes que estábamos robando palabras lanzadas al aire es muy triste, cuando intentamos que la cultura se propague.